lunes, 10 de febrero de 2014

Próxima estación: la Web 3.0

Tengo el placer de haber sido aceptada en la comunidad "Redes sociales en el aula", creada por Silvina Carraud en Google+, desde donde hemos aceptado un reto: mejorar el desastroso sistema educativo de Afania (un país inexistente, o no tanto).

Las razones por las que quise unirme a esta comunidad son varias: en primer lugar, porque reconocí en ella a docentes de este MOOC cuya labor me parece muy valiosa e inspiradora; en segundo lugar, porque la cuestión de utilizar las redes sociales en el aula me afecta de lleno.

Hace dos años fundé junto con Patricia Pascual Rocha una escuela online de español como lengua extranjera, Sonora ELE, y lo primero que hicimos de cara a crear espacios virtuales de aprendizaje fue integrar Moodle en nuestra web y, lo segundo, crear una cuenta de la escuela en Google+, Facebook, Twitter y Pinterest. Así empezamos a actuar instintivamente -o sea, como mejor supimos y pudimos, y seguimos igual- como content curator y community manager para gestionar un espacio cerrado -Moodle-, limitado a nuestros estudiantes matriculados, y espacios abiertos en esas cuatro redes sociales en las que, además de nuestros estudiantes, nos siguen otros docentes y otros ex estudiantes de español ya sean nuestros o no.

Hasta ahora veo la experiencia de integrar espacios virtuales de aprendizaje en el aula de la siguiente manera: en Moodle nuestros estudiantes miden sus progresos según van avanzando en el programa de su curso, construyen su e-portfolio y tienen la oportunidad de participar en los blogs y foros; en las redes sociales, valoran con un +1, un retuit o favorito, un "me gusta" o un "repin" las miniactividades y los estímulos audiovisuales con muestras de lengua que les presentamos y, cuando lo consideran oportuno, participan con una respuesta u observación, con un halago o un agradecimiento:

En nuestro Facebook.
En nuestro Twitter.

En nuestro tablero "Taller de Gramática" en Pinterest.

Es decir, hay cierta interacción pero, ¿eso es todo? ¿No podemos ir más allá? La verdad es que yo quisiera dar un paso más hacia esa "arquitectura de la participación" que apunta O´Reilly y cómo conseguirlo se ha convertido en una de mis mayores preocupaciones.

Me gustaría que nuestros estudiantes se convencieran de que con las redes sociales pueden extender su aprendizaje del español como lengua extranjera. Más aún, que pueden construir activamente su propio aprendizaje del español, no sólo interaccionando con los recursos que nosotras les ofrecemos, sino aportando los suyos propios. Y además, trabajando colaborativamente, no sólo con las profesoras, sino con otros ex estudiantes y con todo el que se preste. Esa es la esencia de la educación 3.0, como apuntan Camino López García y Verónica Basilotta Gómez-Pablos. Pero, ¿cómo vencer la resistencia a colaborar con desconocidos?, ¿cómo animarles a investigar y a aportar para que construyan conocimiento?, ¿cómo podemos los profesores capacitarnos al máximo para lograrlo?

Para buscar pistas empecé hace poco a seguir en Twitter a Jordi Adell, a Juan Domingo Farnós y, especialmente, a Dolors Reig, mi favorita. De hecho, su web, El Caparazón, y el Observatorio Scopeo, donde también ha participado, se han convertido en mis principales fuentes de información al respecto. También debo citar aquí su libro, Socionomía, publicado por la editorial Deusto. En él, Dolors Reig hace referencia al tema de la cooperación, que para ella "depende de hasta qué grado los participantes llegan a sentirse integrados en una unidad conjunta o colectiva. El sentido de nostridad o pertenencia a un nosotros, de estar juntos, en la misma situación y enfrentados a los mismos problemas, determinaría más cooperación" (pág. 60). Y también se refiere a la arquitectura de la participación: "Nos hemos acostumbrado a conversar [...] en unas redes sociales que aplican una capa interactiva, con las empresas, los partidos y los gestores políticos, entre otras muchas instancias. Pero empezamos a echar de menos la significación de esas conversaciones, comprobar que en efecto se nos escucha, que toda esa participación es de verdad. [...] No se logra implicar a los ciudadanos solamente por dejarlos participar, sino demostrando que su participación cambia las cosas" (pág. 122). Es decir, sentido de pertenencia a una comunidad y confianza en ser escuchado, atendido y valorado. Puede que sea un punto de partida hacia la próxima estación, la Web 3.0, y es responsabilidad de los docentes transmitir y dejar claro ese mensaje.

Asimismo por estos derroteros me guío mucho por las recomendaciones de mi compañera de alegrías y fatigas, Patricia, en su ELE y TRIC de Scoop.it y, gracias a ello, he conocido a Elisa Hergueta y su blog Sinapsis ele y a José Antonio Gabelas y su blog Habitaciones de cristal. Además voy recopilando algunos artículos y entradas en este tablero de mi Pinterest: PLE & PLN. Y, por supuesto, estoy segura de que hallaré otras muchas respuestas gracias a mi comunidad "Redes sociales en el aula".

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